Libros de Louisa May Alcott

Portada de Mujercitas - Louisa May Alcott

Mujercitas - Louisa May Alcott

Autor: elaleph.com

Temática: General

Descripción: www.elaleph.com Louisa May Alcott donde los libros son gratis Espacio Disponible 6 Jo sacudió el calcetín azul, el color del ejército, hasta sonar todas las agujas, dejando rodar el ovillo hasta el otro lado del cuarto. - ¡Pobre Jo! Lo siento mucho, pero no podemos remediarlo; ten- drás que contentarte con dar a tu nombre forma masculina y jugar a que eres hermano nuestro - contestó Beth acariciando la cabeza tosca puesta sobre sus rodillas, con una mano cuyo suave tacto no habían logrado destruir todo el fregar de platos y todo el trabajo doméstico. -En cuanto a ti, Amy -dijo Meg -, eres demasiado afectada y pre- sumida. Ahora tus modales causan gracia, pero llegarás a ser una per- sona muy tonta si no tienes cuidado. Me gustan mucho tus modales agradables cuando no tratas de ser elegante, pero tus palabras exóticas son tan malas como la jerga de Jo. -Si Jo es un muchacho y Amy algo afectada, ¿qué soy yo, si se puede saber? -preguntó Beth dispuesta a recibir su parte de la repri- menda. -Tú eres una niña querida, y nada más -respondió Meg calurosa- mente y nadie la contradijo, porque el "ratoncito" era la favorita de la familia. Como nuestros lectores jóvenes querrán formarse una idea del as- pecto de nuestras heroínas, aprovecharemos para trazar un dibujo de las cuatro hermanas ocupadas en hacer calceta en un crepúsculo de diciem- bre, mientras fuera caía silenciosamente la nieve y dentro de la casa chisporroteaba alegremente el fuego. El cuarto era agradable, aunque la alfombra estaba algo descolorida y los muebles eran de una simplicidad severa; buenos cuadros colgaban de las paredes, en los estantes había libros, florecían crisantemos y rosas de Navidad en las ventanas, y por toda la casa flotaba una atmósfera de paz. Margaret o Meg, la mayor de las cuatro chicas, tenía dieciséis años; era muy bonita, regordeta y rubia; tenía los ojos grandes, abun- dante pelo castaño claro, boca delicada y unas manos blancas, de las cuales se vanagloriaba un poco. Jo, que tenía quince años, era muy alta, esbelta y morena, y le recordaba a uno un potro; nunca parecía saber qué hacer con sus largas extremidades, que se le atravesaban en el ca-

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